
Por: Diógenes Armando Pino Avila
Desde hace cincuenta años, todas las noches hace lo mismo, repite como un ritual religioso la rutina de asegurar las puertas y ventanas de su casa, corre cerrojos, aldabas, pestillos, cierra candados, y atraviesa trancas por todas la casa, luego sella con amasijos de papel periódico mojado todas las grietas y junturas desde la que el ojo ajeno pude espiar sus aposentos.
Comenzó su historia a los dieciocho años...