martes, 26 de enero de 2010

Entre la estética y la cosmética

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 9:12, under | No comments

Por: Diógenes Armando Pino Avila




De pié frente a la ventana observa, a su esposa gorda y fofa que suda a chorros bajo la doble capa de carmín y talco de tocador, mientras se mueve grotescamente al ritmo de la música haciendo aeróbicos y la compara con la empleada que se desplaza ágil de un lado a otro mostrando su cimbreante cintura e insinuando sus túrgidos senos ante su mirada libidinosa.


En profundas lucubraciones entre la cosmética presencia de su mujer y la sinuosa esbeltez estética de la empleada. Resuelve el conflicto apelando a su elástica ética:

–Primero estética y después cosmética –dice meneando la cabeza.



San Miguel de las Palmas de Tamalameque

sábado, 23 de enero de 2010

El qué dirán?

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 6:57, under | 1 comment

Por: Diógenes Armando Pino Avila




—Luna, quieres casarte conmigo—dijo El Sol.

—Si, siempre y cuando tengamos habitaciones separadas—respondió La Luna sonrojada.

—Por qué? —dijo El Sol perplejo.

—¡Qué dirían las estrellas si nos ven haciendo el amor!



San Miguel de las Palmas de Tamalameque 2009


viernes, 22 de enero de 2010

El divorcio

Posted by Diógenes Armando Pino Ávila 14:21, under | No comments

Por: Diógenes Armando Pino Avila


Era un prestigioso científico, trabajaba en una multinacional que fabricaba fármacos, su salario ascendía a una suma enorme de varias cifras muy por encima del salario mínimo nacional, hacía parte del grupo de investigación y había sido exitoso descubridor de los intrincados mecanismos de la sexualidad varonil y del medicamento que re potenciaba la libido en el hombre, era aclamado en la sociedad científica y mimado por los accionistas de su empresa.

Pero en su hogar empezaron los problemas que hoy lo tenían ante el juez tramitando su divorcio. Al ser interrogado por éste sobre los motivos en que sustentaba su solicitud, dijo señalando a su mujer:

—No me gusta que ella a cada momento, en privado y en público me desluzca con ese refrán recurrente que hace un año repite.

—¿Cuál?—pregunto el juez.

Como una centella respondió la mujer —En casa de herrero…

E juez falló con prontitud, concediendo el divorcio.



San Miguel de las Palmas de Tamalameque 2009