
Por: Diógenes Armando Pino Avila
Restregó contra la pernera de su pantalón la sudorosa mano que sostenía la pistola, se concentró en la espera.
–Ya debería haber pasado por aquí, se dijo, de todas maneras le quedan pocos minutos de vida.
Miró el arma que esgrimía y comprobó que efectivamente estaba cargada con el agua de la pileta y siguió esperando a su vecinito....