Por: Diógenes Armando Pino Avila
–Aquella estrella que ves en el oriente, si, esa, la que más alumbra, es tuya, te la regalo—le dijo el abuelo señalando el firmamento.
--Y como hago para tomarla—dijo el niño.
--¡Aprende a volar!—exclamó el anciano sin más explicaciones.
Una noche, siendo ya un adolescente, después de varios intentos, escribió por fin su primer poema, salió al patio, miro el firmamento, buscó su estrella y gritó:
--¡Abuelo aprendí a volar!
Desde entonces sus vecinos le llaman “El Ángel”, ellos no saben que es un poeta.
San Miguel de Las Palmas de Tamalameque Colombia
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